lunes, 27 de mayo de 2013
Emocionadaaaaaaaa y agradecidaaaaaaaa, so-la-men-te pue-do de-cir ¡¡¡¡gracias Danzadefogones!!!
En serio, qué bonito ha sido volver después de unos días de estrés a mi cocina portátil y virtual y encontrarme con este regalazo: estar en una lista de recomendaciones de blogs con menos de 200 seguidores (sí, sí, la casa es modesta, pero chicos acabamos de empezar y no tengo sillas para todos, coñe)
Ahora ahí van mis recomendaciones. Además del extraordinario y ya mencionado http://www.danzadefogones.com/ mis 12 del patíbulo son:
http://kioskodelosdulces.blogspot.com.es/
http://pequesgolosos.blogspot.com.es/
http://www.trossetsdecuina.cat/
http://untoquecreativo.blogspot.com.es/
http://miqueridacocinera.blogspot.com.es/
http://manzanadecaramelovalencia.blogspot.com.es/
http://dulces-recetas-marta.blogspot.com.es/
http://cocinaabuenashoras.blogspot.com.es/
http://valkicocina.blogspot.com.es
http://elbuhogoloso.blogspot.com.es/
http://fildesucre.blogspot.com.es/
http://mammasoulfood.blogspot.com.es/
No os los perdáis!
Y sí, sí, ya me quito el perezón de estos días y me pongo a cocinar como si no hubiera un mañana.
¡Que os guste mucho!
Tastaolletes
jueves, 9 de mayo de 2013
Arroz meloso con boquerones y espinacas
Lo malo de mi curro es que muchos días
no puedo ir a comer a casa. Y de menú pues mira, me temo que no: 10
euros cada día por calamares que ya fumaban cuando Massiel ganó
eurovisión, un pan que parece la espada de Jon Nieve, y una ensalada
que te mira a los ojos así como con pena, penita, pena, lo siento
pero ni de coña. De hecho cuando veo algo así siempre hecho de
menos un par de capitulitos más en el código penal y unos
doscientos cincuenta antidisturbios gastronómicos entrando al asalto
y llevándose por delante los platos.
Así que yo me preparo mi propia comida
y tiro millas. Normalmente opto por cosas fáciles y ligeras, pero el
otro día planificando la ruta me di cuenta que el mediodía me iba a
pillar en Dénia. ¿Dénia? Ah, entonces comida marinera. Imaginaos
que me hago un bocata-salami y coincido con Manuel Vicent en la
playa. Qué poco glamour ¿no? Con lo interesante que debe ser ese
hombre y con lo mucho que le gusta el mar tenía que preparar algo
que estuviese a la altura y me acordé de este plato: arroz con
boquerones y espinacas. Un superclásico de la Marina Alta.
Bueno, para empezar un apunte
culturilla. El nombre del boquerón en valenciano (aladroc) es de
origen árabe y significa El Azul. Deriva de Al-Azraq que, mira tú
por donde, fue un rey moro que en el siglo XIII se levantó contra
Jaume I y acabó palmando en el asedio a Alcoy. Bueno, pues eso, que
el nombre tiene historia.
Vamos con los ingredientes:
250 g arroz bomba
500 g espinacas
400 aladroc
1 ½ litros de caldo de pescado
1 ñora
1 tomate
4 dientes de ajo
aceite oliva
sal
Para empezar se limpian los
boquerones/aladrocs/pescaítos quitándoles la tripa, cabeza y
espinas. Se lavan, se salan y se dejan a parte. Si hemos superado
esta fase estamos listos para protagonizar un capítulo de Dexter.
En un mortero machacamos los dientes de
ajo y la ñora. Sofreímos las espinacas, el tomate y el picadillo en
un caldero (yo soy fan de los de hierro de toda la vida del señor),
salamos el conjunto y añadimos azafrán y arroz.
Ahora echamos el caldo. ¡Ojo! En vez
de comprar caldo hecho lo mejor es hacerse con un poco de morralla en
el mercado y currárnoslo nosotros mismos. La diferencia es brutal.
Añadidle unos jureles, unos serranos, unas galeras... y vais a
llorar más que viendo El Paciente Inglés.
Agregado el caldo se deja cocer 8
minutos a fuego cañero y 7 a fuego lento.
¿Tenemos casi a punto el arroz? Ah,
ok, entonces añadimos los aladrocs/boquerones/pescaítos y
mantenemos la cocción unos minutos. A ojo. A lo que os pida el
pescado.
Lo bueno de usar arroz bomba es que es
difícil que os reviente el grano y se acabe pasando.
Y ya está. Que os quede más meloso
que caldoso. O más Luis Miguel que John Secada, para entendernos.
Os tengo que contar que me lo zampé
sentada en la furgo en la playa de les Rotes. Que no vi a Manuel
Vicent. Pero que fui feliz como una perdiz. Luego recliné el asiento
y me regalé una siesta épica mientras los albatros hacían carreras
a ras de agua y los guiris eran felices en el bar Helios chupando
birras. El mundo estaba bien por un momento.
¡Que os guste mucho!
martes, 7 de mayo de 2013
Pulpo seco a la brasa
Pulpo Seco envasado al vacío ¡Me va a caer la del pulpo!- ¿Cómo?
- Que si no me largo me va a caer la del pulpo. Nos vemos, guapa.
Y se pira. Por la misma
puerta por la que hace dos horas entró hecho un adonis, un centauro
del desierto, un cruce perfecto entre Marlon Brandon, James Dean y
Bertín Osborne enfundado en pantalones de cuero.
Os pongo en situación.
Tengo dos amigas (hola, perracas) a las que se les ha metido entre
ceja y ceja que yo, la Tastaolletes, vuestra Tastaolletes, salgo
poco; y que así cómo me voy a echar un buen maromo que me diga
melindres. Ellas no utilizan exactamente esa expresión, pero nos
entendemos.
El caso es que este
sábado Rebeca se quedaba a dormir en casa de una amiguita y ya no
tuve excusa. Además me apetecía, qué caray.... y entre todos los
tipos del mundo que van a todos los bares del mundo en todos los
sábados del mundo, me tiene que tocar el que aún tiene hora para
volver a casa.
No abundaré en detalles,
porque no es el sitio, pero el resumen es que a la hora de los
clarines y las banderas al viento el tipo va y me suelta que se larga
para que no le caiga la del pulpo.
De lo que deducimos: A)
es tonto B) está casado C) vive con su anciana madre D) todo lo
anterior.
Pero me dio pie a una
receta, un clásico de la Marina Alta que aunque sea sencillo, no
todo el mundo lo hace bien. Se trata del ¡¡pulpo seco a la brasa!!
Ñam, ñam y tres veces ñam |
Ingredientes:
1 pata de un pulpo que
pese entre 3 y 4 kilos
1 manojo de sarmientos
1 chorrito de aceite de oliva
1 chorrito de aceite de oliva
0 Prisas
Elegir bien el pulpo es
fundamental. Ha de ser pulpo de roca y ha de ser grande, porque de lo
contrario al secarlo las patas se quedarán en nada. Para eso,
recomiendo las pescaderías de la lonja. La temporada del pulpo ya ha
empezado, así que es fácil que si os asomáis os sonría la suerte.
Además, a mí el ambiente de la lonja me fascina.
¿Tenemos el pulpo? No os
oigo, maldita sea ¿tenemos el pulpo? Bien, muy bien. Pues ahora al
congelador. Esto es así porque hay que romperle las fibras. Otra
solución, no es broma, es darle una paliza con un mazo de madera; de
ahí la expresión “dar la del pulpo”. Pero el congelador es
mejor. En una semana el pulpo estará perfecto.
Luego lo sacamos, dejamos
que se descongele sin prisas y cuando esté a punto le cortamos las
patas para separarlas. Así el aire las envolverá perfectamente
durante el secado impidiendo que se pudra alguna parte. La cabeza la
reservaremos para, por ejemplo, acompañar un arroz seco cortada en
dados muy pequeños.
Con las patas separadas
(las del pulpo, se entiende), buscaremos un lugar fresco, que no le
de el sol directamente y donde corra el aire. Y las colgaremos
durante cinco días cubriéndolas con tela mosquitera para que ningún
insecto meta sus sucias zarpas en nuestro manjar.
Cuando las patas
adquieran una textura elástica y cuando su suave aroma a mar te
afloje las rodillas es tan fácil como coger la pata, encender un
buen fuego con sarmientos (o directamente la llama de la encimera,
ejem) y asarlo directamente hasta que quede negro por fuera y blanco
y jugoso por dentro.
Se corta en rodajas de 1
centímetro más o menos, se cubre de un aceite suave para no matar
su esencia y se descuelga el teléfono, se atrancan las puertas, se
pone el cartel de no molesten y ¡a disfrutar!
Para acompañarlo, venga,
un blanquito de la bodega de Xaló, que eso siempre es gloria
bendita.
¡Que os guste mucho!
lunes, 6 de mayo de 2013
coca de calabaza con chocolate
Yo no quería estudiar,
yo quería salir de casa. Así que elegir una carrera fue lo más
fácil del mundo: miré mi nota de selectivo, hice así con el dedo
en la lista de licenciaturas y aterricé en la facultad de Derecho
más o menos con la misma cara de flipada que Livingston debió de
poner la primera vez que vio las cataratas Victoria.
De esa época me quedaron
un par de latinajos, unos cuantos amigos, una marca de quemadura de
cigarrillo en la rodilla que vaya usted a saber cómo llegó hasta
allí y la certeza de que los jueves eran los nuevos viernes,
sábados, nochebuena y día de San Patricio, así todo junto y
revuelto y venga el cubata. Entonces, razonábamos, si los jueves son
los nuevos viernes, los miércoles son los nuevos jueves...y toca
salir. Pero si salimos los miércoles como si fuera viernes, entonces
los martes vuelven a ser jueves... y así hasta que alguien se daba
cuenta de que no quedaba ron en casa. El razonamiento
filosófico-deductivo-tontuno moría al llegar al lunes. Los lunes
eran los lunes. Los lunes, por mucho que el resto de la semana
sufriera un efecto de traslación temporal, eran, son y serán lunes.
Día de san nomejodas.
Así que para sobrevivir
y no perder la sonrisa una tiene que tirar de trucos. Y el mío es,
hoy, una receta dulce que, si os sabéis controlar y la escondéis
bien de los niños, os durará toda la semana. Coca maría de
calabaza con pepitas de chocolate. Hey ho let's go!
Vamos con los
ingredientes:
350 g calabaza asada
250 g azúcar
250 g de harina
3 huevos
2 sobres dobles de
soda-litines
70 g de aceite de girasol
2 puñados de escamas de
chocolate
Primero nos buscamos una
radio, el portátil, el Ipad o un vecino con buena voz para amenizar
con música la preparación. Para no morir de sobredosis de azúcar
los Ramones nos servirán. O Patti Smith. Pero Laura Pausini no,
Laura Pausini ni de coña. Podríamos provocar una epidemia de
diabetes y no es lo que queremos.
Si ya tenemos eso,
podemos empezar: ponemos el horno a 180º para que coja temperatura y
batimos la calabaza asada junto con el azúcar. ¿Hecho? Ok, ahora
sin perder la calma, añadimos los huevos y el aceite y volvemos a
batir durante dos minutos. ¿Todo bien? ¿Algun problema? Perfecto.
Después mezclamos la
harina y los sobres blancos de soda-litines y, tamizando la mezcla
para evitar que se formen grumos, la pasamos al bol en el que
teníamos la pasta de calabaza. En este momento, y si no hemos
confundido la harina con cemento, sentiremos el calorcillo de
satisfacción del deber cumplido. Lo disfrutaremos durante unos
segundos y volveremos humildemente al proceso.
Cuando lo tengamos ya
todo en el mismo bol, removeremos con una cuchara hasta formar una
pasta homogénea y añadiremos los sobres azules de soda-litines y
las escamas de chocolate.
Luego se traslada la
mezcla a una bandeja en la que habremos colocado una lámina de papel
de horno y...¡al horno!
En solo 30 minutos,
mágicamente, la pasta cogerá cuerpo, crecerá, se hinchará, se
elevará suave y grácilmente a las alturas y se convertirá en una
gloriosa coca maría de calabaza y chocolate.
Ah, y un truco final: no
abras el horno durante el proceso para ver cómo va o la masa se
vendrá abajo.
Nota: es probable que la
ingesta de este postre provoque sonrisas y ronroneos injustificados
en el paciente. No maneje maquinaria pesada mientras la come. De
hecho ¿para qué quiere manejar maquinaria pesada?
¡Que os guste mucho!
Tastaolletes, esa soy yo!
¡Cuando no sepas por dónde empezar,
empieza por el principio! Claro, como si fuera tan sencillo. Como si
se pudiera empezar una conversación diciendo ¿te he contado mi
parto? ¿no? Pues verás...
Eso no se puede hacer; eso asusta a la
gente. Y yo lo que quiero es... ya estoy hablando demasiado. Me pasa
siempre que me pongo nerviosa. Así que calma, un, dos, tres, respiro
hondo, dedos en círculo, ooooooommmmmm, y calma, mucha calma.
Pongamos las cosas en orden:
Llamadme Tastaolletes. Tengo 36 años y
vivo en Xaló, en una casa de campo, con mi hija Rebeca, que tiene 9
años 9 (¡deja de crecer, maldita sea!) y nuestro gato Marlon, que
no sabemos cuántos años tiene ni es nuestro, porque los gatos no
son de nadie. Rebeca tiene el pelo negro. Marlon es blanco. La casa
tiene un huerto donde me peleo por cultivar plantas aromáticas y
cosas ricas de comer. El pueblo es precioso.
Trabajo como comercial de una empresa
que no viene al caso y viajo mucho por la Marina a bordo de Bicho, mi
furgoneta Volkswagen del año 19... ; se llama así porque el motor
suena como el zumbido de un insecto particularmente grande y sospecho
que aficionado al vodka. Lo mejor de mi trabajo es que hablo con un
montón de gente cada día y conozco todos los pueblos de la comarca,
así que intento, en cada viaje, traerme algo especial: un poco de
embutido, verduras de temporada, pescado fresco, salazones, marisco,
carne, vino, fruta, dulces ¿será por variedad?
¿Qué por qué hago esto? ¿Porque soy
una loca que almacena víveres para el apocalipsis zombi? ¡no!
Porque mi gran pasión es la cocina. Amo cocinar. Es una mezcla de
emoción, vértigo y placer... Cuando estoy en la cocina con los
ingredientes y los utensilios a mi alcance me siento como el capitán
Nemo a los mandos del Nautilus. Sé que empieza un viaje maravilloso.
Y como los mejores viajes son con
amigos, me he propuesto compartirlo con todos vosotros a través de
este espacio. Si os parece, cada semana os iré contando mis recetas
de cocina de la Marina y un poco de mi vida y mis cosas. Ah, y
también me encantaría saber de vosotros. Para cualquier cosa
(compartir una receta, un truco, hablar de lo que os apetezca) me
tenéis en tastaolletes.marina.alta@gmail.com
¡Zafarrancho de tomate!
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